Hoy día, en el vertiginoso tiempo que nos toca vivir. El psicoanálisis surge como una perspectiva que aborda el "malestar de la cultura" contemporánea. En su discurso, el psicoanálisis da cuenta de lo social en su condición individual, a partir de un tercer elemento. Lo transindividual del lenguaje, de aquello que resuena como eco en el interior del sujeto hace que, las palabras sean escuchadas no sólo en su literalidad sino en su valor significante. Con lo cual, el acontecer cotidiano, cobra sentido y, crea un campo, un lugar en donde puede ser escuchado y comprendido. Hoy, se habla de crisis, hipotecas, paro, inmigración, violencia de género entre otros temas, y el sujeto no deja de hablar de ello... es entonces cuando nos preguntamos, ¿de qué habla el sujeto, realmente?, ¿cuál es el sentido de lo que dice?, ¿cómo se relaciona lo que dice, con lo que es?. En todo ello, aparece un síntoma...y, ¿que hace el sujeto con él?
Es allí, donde el psicoanálisis tiene algo que decir, cómo discurso y cómo práctica. Nuestro tiempo, decíamos, es vertiginosos porque es caótico, porque avanza a un ritmo acelerado, en donde, hay una saturación no sólo de imágenes, sino también de símbolos y sentidos (además de ruidos, colores, formas, información, etc)., motivo por el cual, el exceso es un común denominador. Y dicho, exceso...no se relaciona (por el síntoma que provoca) con la insatisfacción propia de las sociedades de consumo que genera un sinfin de males de la talla de la depresión, el estrés, la soledad, etc. "Hombre, conocete a ti mismo..." es una vieja frase legada de nuestros ancestros que señala la importancia (sin importar el tiempo) de que el sujeto ahonde en su interior para encontrar las respuestas no sólo a sus plegarias sino también a los retos de su existencia en esta tierra.